Antecedentes
La ópera del siglo XIX se caracteriza de acuerdo a las necesidades de la época desde un punto geográfico eurocentrista por ser un género musical dramático que aprehendido de la tradición originaria del barroco y los posteriores cambios del período clásico dio vuelcos particulares respecto a sus géneros en torno a los caracteres nacionalistas donde tuvo su desarrollo.
Conocido el siglo XIX como época de las luces, de la ilustración, época donde las masas sociales dieron relevancia al entendimiento y a la expresión de la opinión privada más allá de lo público y a la exigencia de que lo establecido en las leyes nacionales se adecuaran a las necesidades sociales y reales del momento, no cabe dejar a un lado la gran influencia filosófica que tuvo en el arte en sus múltiples manifestaciones: música, artes plásticas, danza, teatro.
Al ser el arte una manifestación consciente de la sensibilidad humana, cabe arrojar la idea que dicha sensibilidad no se aleja del sentimiento de lo sublime. Lo sublime se caracteriza como aquella sensación que arropa al hombre en su carácter general en medio de una situación determinada y le lleva a plasmar aquel sentimiento a través de cualquier expresión comunicativa: lenguaje oral o escrito, el arte.
Considerado el arte como un elemento que es capaz de comunicar, conlleva a exponer que al hacerse manifiesto no podemos alejarlo de la realidad histórica en que es expresado. Ello significa que debe ser estudiado no sólo en sus formas sino en su significado tomando en cuenta la totalidad histórica en la que ha surgido: condiciones políticas, jurídicas, económicas, culturales y sociales.
Es así como la ópera del período romántico presenta grandes cambios respecto al progreso histórico y su desarrollo en diferentes naciones.
De tal modo se presenta Italia dividida en varios estados cuya parte era considerablemente no-italiana (Halsburgo, Borbon) lo cual conllevaba a la necesidad de un principio de identidad establecido con el interés de expulsar a los austríacos. Por otra parte se expone Francia con el interés de abolir el absolutismo monárquico y proclamar una República eliminando los estamentos sociales, económicos, jurídicos y políticos del régimen dominante. En Alemania previo a la formación del Estado-Nación, se presentaron múltiples cambios de orden territorial y político como consecuencia del trastorno del Sacro Imperio Romano Germánico, donde los intereses conflictivos se conjugaban con la potencia de Austria y Prusia, los cuales dieron lugar a las llamadas tres guerras de unificación alemana.
Ello genera en tal siglo que la ópera como drama musical de gran magnitud debido a la amplitud de elementos artísticos representativos que lo categorizan como un matrimonio de las artes: la música (con el canto y la instrumentación), la danza, el teatro (con la dramatización), el arte plástico (con la escenografía) se torne como música de masas, donde los individuos en su expresión individual se germinan como músicos de mensaje.
La ópera en Italia
Este tipo de composición musical va a conservar el género operístico del Bel-canto que surgió en Italia en el período barroco pero consigue un contraste con la influencia compositiva de Gioaccino Rossini.
El Bel-canto se traduce en éste ámbito como un estilo de la música vocal que buscaba la perfecta producción del legato en todo el registro vocal y el desarrollo de elementos virtuosos como el manejo exacto de la respiración, el uso del trino, la coloratura y la brillantez de los agudos y sobreagudos.
Dicha técnica se expresaba en obras de compositores que pasaron a la posteridad como G. Rossini (1792-1868) con “El Barbero de Sevilla” la cual se caracteriza como una obra de gran dinamismo, gracia y divismo, V. Bellini (1801-1835) con “La Sonámbula” cuya obra fue escrita para acompañamiento de voz, G. Donizetti (1797-1848) con “Lucía” este compositor caracteriza sus obras por teatros especializados. También con esta técnica se dan a conocer dos compositores que no tuvieron mucha representatividad en Italia pero si en Francia como Cherubini (1760-1842) y Spontini (1774-1851).
Posteriormente Giuseppe Verdi (1813-1901), apoyado en las necesidades e influencias sociales de su época marcó un momento característico con la ideología musical de que el estilo del Bel-canto necesitaba adaptar los gustos del público italiano a la realidad de los nuevos tiempos. Pues sus óperas servían para destacar el carácter nacionalista del pueblo italiano.
Entre sus obras destacan: “Nabucco”, “Lombardos”, “Hernani”, “Rigoletto”, “Trovador”, “La Traviata”, todas estas de carácter nacionalista, “Aida” lo lleva a la popularidad. También compone obras de carácter humorístico como “Otello” y “Falstaff”. Posterior a su muerte surgió un género operístico denominado Verismo.
El Verismo es un género cuyo nombre proviene etimológicamente de la palabra latina ‘verus’, cuyo significado corresponde al término: ‘real’. La cual está aunada a la referencia de una situación real determinada. Ello hace que tal movimiento se traduzca como realismo, que posee como ideal el reflejo característico de la vida cotidiana, la psicología del hombre, los hombres de la calle y los problemas frecuentes de la sociedad, de una nación, especialmente los factores económicos de las relaciones sociales: el proletariado urbano y la sociedad rural. Posee una gran influencia de la corriente filosófica del determinismo, el cual remite a la idea de que el comportamiento y los límites morales del hombre están condicionados por el ambiente.
De tal modo se presentan compositores como A. Ponchielli (1834-1886) con “La Gioconda”, P. Mascagni (1863-1945) con “Caballería Rusticana”, R. Leoncavallo (1858-1919) con “Los Payasos”, G. Puccini (1858-1924) con “La Bohème”.
La ópera en Francia
En la música vocal de esta índole se presentan dos géneros característicos en la Francia romántica: Grand Opera y Opereta.
La primera recibe su nombre por la majestuosidad que posee a nivel musical. Se torna una producción espectacular por sus temas históricos, abundancia de personajes, la larga duración (se dividía entre cuatro o cinco actos), la presencia de efectos escénicos, escenografía costosa, vestuario suntuoso, incorporación del ballet, fluidez de la música donde el recitativo era acompañado por la orquesta en lugar de un recitativo seco o un diálogo hablado y acompañado por un continuo. Tuvo gran influencia de compositores nacionales y extranjeros como los italianos Cherubini debido que sus recitativos se adecuaban al drama que se estaba creando, Spontini porque glorifica a Napoleón expresando lo grandilocuente a la medida del emperador. Aparece también el compositor G. Meyerbeer (1931-1864) compositor judío Alemán que tuvo gran auge a través de su obra “Robert le diable”, H. Berlioz con “Les Troyens”.
Como todo movimiento, la Grand Opera fue antítesis y tuvo su antítesis: otros compositores empezaron a crear otros estilos más sencillos en contra de la aparición de los excesos que presentaba ese tipo de obras. Sin embargo, al ser antítesis ella buscó desviarse de la influencia italiana de la ópera seria debido que al público no le gustaban los castrati, los cuales fueron sustituidos por los ‘Haute-contre’ (voz aguda de tenor), el recitativo dramático que en Italia en el barroco sólo era acompañado por continuo pasó a ser sustituido por orquesta, los coros y danzas que no desempeñaban gran representación en la ópera seria tuvieron auge, se conservaba la idea de las unidades aristotélicas respecto a la acción: la cual la obra debe seguir el curso de una línea de acción principal in desviarse de acciones secundarias, el tiempo: sugiere que la acción no debe transcurrir a un tiempo superior de veinticuatro horas y debe ser lineal, sin saltos en el tiempo y el espacio: debe ser único en la presentación de la obra, esta no debería representar más de un lugar. Ello lo caracterizan como preservación de la ‘liaisons de scénes’. También se exponen cambios como la delegación y aparición de mensajeros con relatos sobre sucesos trágicos, el uso del coro como comentarista de la acción (se torna participante y parte del decorado), verosimilitud entre los recitativos y las arias, presencia de soligismos en las arias (monólogos), la orquesta adquiere una gran participación debido a que era la que daba el contraste musical y la opulencia con el movimiento instrumental -sin alejar de ello la presencia magna del ballet y el escenario-.
Por otro lado, se presenta la Opereta como un sub-género cuya característica era destacar lo ingenioso, lo cínico, el drama disparatado, la presencia de couplets (diálogos hablados con historias y/o bailes intercalados). Entre los compositores que se adentraron en este sub-género se encuentra J. Offenbach (1819-1880) como máximo exponente con “Orphée aux enfants”, C. Gounoud (1818-1893) con “Faust”, G. Bizet (1838-1875) con “Carmen”.
También se presentan grandes exponentes a finales del romanticismo como J. Massenet (1842-1912) con “Tahis”, G. Charpentier (1860-1956) con “Louise”, C. Debussy (1862-1918) con “Pelléas et Melissande”, C. Saint-Saëns (1835-1921) con “Samsom et Dalila”.
La ópera en Alemania
En esta localidad está supeditada por dos ejes temáticos: el nacionalismo y el folclor alemán correspondiente a su mitología.
Respecto a los subgéneros conserva de la tradición operística italiana y francesa dos subgéneros por su gran influencia de músicos extranjeros: ópera seria, la opereta y la grand ópera que hacen de la ópera alemana una ópera alienada de su lenguaje nativo: el italiano y el francés. Pero la auténtica ópera alemana y que tuvo gran auge local fue el singspiel. Este subgénero de la ópera marca la diferencia con la presentación de las arias y los diálogos que en vez de ser recitados con acompañamiento melódico son hablados. Sin embargo no corresponde a una novedad del romanticismo, este ya había tenido lugar desde el barroco.
En esta etapa se presentan compositores como Beethoven cuyos ideales nacionalistas de libertad, igualdad y fraternidad auspiciados por la revolución francesa lo conllevan a crear su única obra operística: “Fidelio” sin embargo el impacto dramático característico de una ópera perdía su fuerza en sus ideales filosóficos.
C. Weber pupilo de Haydn y Darmstad, caracterizado como un compositor de corte nacionalista y resentido por la presencia de la ópera italiana en su localidad, comienza a escribir óperas en lengua alemana, que además eran más accesibles al público local. Emplea recitativos cantados y leitmotivs[1] conjugando en sus obras lo popular y lo fantástico, lograba crear una atmósfera con el color orquestal. Una de sus obras nacionalistas es representada por “Der Freichütz” y entre sus óperas serias: “Euryanthe”.
H. Marschner cubre gran importancia en la ópera alemana debido a la exclusividad temática de sus obras las cuales eran de origen gótico y sobrenatural. Entre sus obras se presenta “Der Vampyr” y “Hans Heilina”.
Meyerbeer, otro compositor judío-alemán, tuvo mayor reconocimiento musical en la ópera francesa y un tiempo con la italiana sin embargo tuvo gran influencia con la grand opera a través de su obra: “Robert le diable” la cual incluye cinco actos con inclusión de ballet y recitativo, el reparto y el coro son conformados por una cantidad extravagante de personas, grandes decorados y efectos en la escena.
Pero el cenit de la ópera alemana es representado por R. Wagner no sólo debido a la magnitud compositiva de sus obras, sino por los grandes cambios que introdujo en su ópera y el haber asumido además el desarrollo de las escenografías, libretos y la tenencia de su propio teatro en Bayreuth -lo que daba para el gran regocijo en poder presentar las obras a su estilo deseado-.
Dichos cambios introducidos en la ópera respectan a la eliminación de las arias y los recitativos dando así flujo continuo a la melodía. Fue gran representante del uso de la creación de tramas con el leitmotiv, la textura contrapuntística, armonía, cromatismo extremo relacionado con el color de la orquestación violentando así el sistema tonal para mayor expresividad.. Su pensamiento musical operístico se traduce en gesamtkunstwerk, lo cual refiere a la síntesis de todas las artes en una obra de arte en gran magnitud. Las temáticas de sus obras se sumergen de un carácter nacionalista, mitológico-germano y legendario arturiano. Entre sus obras más famosas destacan: “El anillo de los Nibelungos”, “Rienzi”, “L’ enfant et les sortileges”.
Entre otros compositores de este siglo se aprecian E. Hoffmann con su obra “Undine”, L. Spohr con “Faust”, A. Lortzing con predominio en sus óperas cómicas con “Zar und Zimmermann”, C. Nicolai con “Die lustigen weiber von Windsor”, F. Von Flotow con “Martha”, P. Cornelius con “Der Barbier Von Bagdag”, H. Goetz con “Der widerspenstigen zähmung”, F. Schubert con “Alfonso y Estrella”, R. Schumann con “Genoveva”. Los dos últimos son categorizados como compositores con excelente música en la ópera pero se debilitan sus obras por la escasez de contenido dramático. Entre los músicos post-wagnerianos aparece R. Strauss el cual influido por el cromatismo de Wagner compone obras con disonancias y armonías no resueltas, entre sus obras: “Salomé” y “Elektra”. Compositores posteriores como F. Schreker con “Der Ferne Klang”, A. Von Zemlinsky con “Der Zwerg”, E. Korngold con “Die Tote Stadt” de influencia postwagneriana, fueron perseguidos por los Nazis debido a que fueron enjuiciados como músicos degenerados por el tipo de composición que realizaban.
Dentro de la ópera alemana también se encuentra la influencia de la Opereta que conjuga las melodías atractivas, los tramas cómicos y frívolos, diálogos hablados entre los números musicales, en gran ocasión influenciados por las composiciones de Offenbach aparecen F. Von Suppé con “Der Pensionat”, J. Strauss con “Die Fiedermaus”, F. Lehár con “La Viuda Alegre”.
[1] Consiste en anunciar la aparición de un personaje, un sentimiento o situación particular de forma recurrente en una composición.
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