La música wagneriana revolucionó la ópera alemana gracias a las nuevas formas literarias, escénicas y musicales, dando lugar a temas musicales recurrentes y asociativos acompañados de la expresión y las emociones, el llamado drama musical. Tuvo gran influencia en compositores como R. Strauss, Wolff, Humperdinck, teniendo gran desempeño como precursora del poema sinfónico.
Entre las características más influyentes de este movimiento musical influenciado por el alemán R. Wagner se encuentra la disolución de la tonalidad clásica, el recurso de la declamación y el canto, el estilo neo-romántico, espiritual y místico, el uso de leitmotivs vinculados a personajes, circunstancias en relación con distintos caracteres y tonalidades, se describen escenas mediante la música moviendo sentimientos y despertando sensaciones.
Las composiciones se dividen en cuatro etapas que se componen de episodios y características particulares.
En la primera etapa se desarrolla su obra Rienzi la cual tiene gran influencia del belcanto, la orquesta es más densa y hay división de los cuadros (arias, coros, duetos) persiste una gran influencia de la ópera italiana. En su obra El holandés errante hay gran uso de leitmotivs, no hay división de cuadros y el sonido orquestal está relacionado con los acontecimientos. En la obra Tannhäuser no hay cuadros, hay arias, duetos, separados en escena pero se hilan unos con otros sin divisiones. En Lohengrin, la orquestación es más densa -concepto alejado de la ópera italiana-.
La segunda etapa corresponde al desarrollo de la obra El oro del rin, la cual ya no es una ópera sino es un drama musical, relativo a la acción. Es una tetralogía donde no hay obertura, la música y los leitmotivs son de difícil comprensión, hay intenciones filosóficas en la obra para despertar sentimientos e ideas y una fuerte presencia de personajes mitológicos y humanos así como en la obra Sigfrido. En la obra La Valquiria, categorizada como poema sinfónico, es música tonal pero difícil de digerir. En El ocaso de los dioses aparece la tuba wagneriana, la cual brinda un tono original a la obra combinando cualidades de la trompa y la tuba.
En la tercera etapa aparece la obra Tristan e Isolda obra completamente de carácter impresionista ya que juega con la tonalidad, la línea melódica no está muy establecida. En el segundo acto inicia una gran variedad de modulaciones. En Los maestros cantores de Nuremberg se percibe una obra tonal que consigue transmitir humor y emoción.
La cuarta etapa corresponde a la obra Parsifal, de carácter tonal y atonal en una u otra circunstancia, categorizado como un drama sagrado dirigido por Hermann Levy.
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